Apilamos la fruta que pudimos recoger en poco tiempo para prender cuanto antes la isla, y con un poco de tristeza, apilamos los refugios, que sería lo que mejor prendería, y los dejamos quemar. Vimos como ardía nuestro pequeño paraíso, y esperamos con todas nuestras esperanzas, a que apareciera un barco por el horizonte.
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