miércoles, 1 de junio de 2011

Elecciones. Crucero.

Era el día 22 de Mayo. Mis padres se acercaban al colegio electoral que les habían asignado. Estaban realmente preocupados por su hija, la que viajaba con sus compañeros a Trinidad, en el Caribe, y después de doce días, no había dado señales de vida (albergaban la esperanza de que estuviera disfrutando tanto allí que no se hubiera molestado en llamarlos, pero preferían no pensar que podía haberse caído el avión, y que su adorada hija estuviera perdida o quizás algo peor). Fueron caminando lentamente, no había prisa, era demasiado pronto para que las mesas estuvieran llenas. Buscaron con la mirada los sobres electorales, para elegir un partido o votar en blanco. Nunca me decían el partido que habían elegido, pero al fin y al cabo, el voto era secreto.
Allí había también había otros partidos (aparte de los más mencionados) como Agrupación Socialista de Chanmartín, Comunión Tradicionalista Carlista, Falange Española Nacional Sindicalista, Falange Española Independiente, Fundación Madrileña Para el Desarrollo y el Progreso o Izquierda Republicana. Supuse que estos pequeños partidos no serían votados por mis padres, pero no creo que lo llegaré a saber.







Un extraño sonido nos llegó desde lejos, no era un sonido natural, más bien artificial. La isla ardía, y desprendía un espeso humo negro. De nuevo, ese sonido, y seguidamente, un compañero se echaba a las cálidas aguas señalando un barco en el horizonte del este de la isla. Nos abrazamos, chillamos, saltamos, y lloramos de alegría. Un gran crucero había avistado las llamas.
Vinieron a recogernos tres botes, y cuando llegamos a bordo, el capitán habló con nosotros. Aunque era un barco francés, el capitán se manejaba bastante bien con nuestra lengua, y dio un aviso a las autoridades españolas afirmando lo que habían encontrado, con todos y cada uno de los detalles que le transmitimos.
Era el día 22 de mayo. Recogimos pocas de nuestras pertenencias llenas de arena. Lo único que yo tomé era la radio, y una pequeña botella de arena de la isla. Nunca olvidaría aquella experiencia, pero por suerte, estábamos a salvo.

Aquella noche me pregunté quien habría ganado las elecciones en Madrid, pues durante estos trece días las había estado siguiendo, pero cuando nos dieron de cenar un estupendo banquete, me olvidé por completo. Por fin comida en condiciones, no fruta, fruta y más fruta...

Llegamos a un puerto en Galicia, donde las autoridades españolas habían solicitado que nos dejara el barco y desde allí , en avión, nos llevaron a Madrid.

Aterrizamos a las dos y media de la madrugada, por lo que el aeropuerto estaba completamente vacío. Salimos, y como no teníamos equipaje, fuimos directamente a el lugar donde nos recogerían, y allí, vi a mis padres. Sonreí, hacia dentro y hacia fuera, y una lágrima se escapó de mis ojos. Fui sin corriendo sin más demora a darles un abrazo. Me abrumaron los sentimientos. Los había añorado muchísimo. Estuvimos fundidos en ese abrazo durante largos minutos, y lagrimeando, nos fuimos por fin a casa.


El Partido Popular había ganado en la mayor parte de España, y de nuevo en Madrid, el alcalde sería Alberto Ruiz Gallardón, y la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre. Pero ya bien poco me importaba. Estaba con los seres que quería, y no necesitaba más.

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